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(¸.•´ (¸.•` ¤.¸♫♦Decidir y ser Constantes
En una pequeña escuela rural había una vieja estufa de carbón muy anticuada. Uno de los niños tenía asignada la tarea de llegar al colegio temprano todos los días para encender el fuego y calentar el aula antes de que llegaran su maestra y sus compañeros.
Una mañana encontraron la escuela envuelta en llamas. Sacaron al niño inconsciente más muerto que vivo del edificio, con quemaduras graves en la mitad inferior de su cuerpo, lo llevaron de urgente al hospital del condado.
En su cama, el niño horriblemente quemado, oía al médico que hablaba con su madre. Le decía que seguramente su hijo moriría, pues el fuego había dañado en gran manera las extremidades inferiores de su cuerpo, le decía el médico a la madre, sus piernas sufrieron muy graves quemaduras por lo que los médicos recomendaron su amputación. Su desazón fue tal que sus padres no lo permitieron. Los médicos predijeron que nunca podría volver a caminar. Había perdido toda la carne en las rodillas y espinillas y todos los dedos de su pie izquierdo. Además, su arco transversal quedó prácticamente destruido.
Todos los días, su madre le masajeaba las piernas, pero no había sensación, ni control, nada. No obstante, su determinación de caminar era más fuerte que nunca.
Cuando no estaba en la cama, estaba confinado una silla de ruedas. Una mañana soleada, la madre lo llevó al patio para que tomara aire fresco.
Ese día en lugar de quedarse sentado, se tiró de la silla. Se impulsó sobre el césped arrastrando las piernas. Llegó hasta el cerco de postes blancos que rodeaba el jardín de su casa. Con gran esfuerzo, se subió al cerco. Allí, poste por poste, empezó a avanzar por el cerco y empezó a hacer lo mismo todos los días hasta que hizo una pequeña huella junto al cerco.
Por fin, gracias a las oraciones fervientes de su madre y sus masajes diarios, su persistencia férrea y su resuelta determinación, desarrolló la capacidad, primero de pararse, luego caminar tambaleándose y finalmente caminar solo y después correr.
Empezó a ir caminando al colegio y después corriendo. Más adelante, en la universidad, formó parte del equipo de carrera sobre pista.
Y aun después, este joven Glenn Cunningham, que no tenía esperanzas de sobrevivir, que nunca caminaría, que nunca tendría la posibilidad de correr, llegó a ser el atleta ¡más veloz el mundo! considerado por muchos como el mejor corredor de todos los tiempos.
Cunningham marcó récords mundiales para la milla, los 800 metros y para los 1500 metros. En 1934 estableció el récord mundial de la carrera de una milla y en 1936 el récord mundial en la carrera de 800 metros.
"Ten el valor y la fuerza para tomar tus decisiones y ser constante a la hora de darles forma".
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